
Publicado por Manolo Bonillla
septiembre 9, 2023

A lo largo de sus treinta años de carrera diplomática, ocupando cargos en países de continentes distintos, Gonzalo Voto Bernales Gatica siempre defendió y se mantuvo fiel a sus valores, los mismos que aprendió en casa siendo niño
Uno
Una tarde, en su departamento en San Isidro, a solo dos cuadras de la casa familiar donde pasó su niñez, Gonzalo Voto Bernales Gatica se ha propuesto recordar a su padre. Para él, la figura paterna fue determinante, un modelo a seguir, una intachable acumulación de valores. «Allí, en casa, aprendí lo que soy ahora, mis principios, mi forma de ser», dice el diplomático peruano con casi treinta años de carrera. Nacido en 1911, Jorge Voto Bernales Corpancho fue un notable médico peruano que vivió en La Punta; fue presidente de la Academia Nacional de Medicina del Perú; inauguró el departamento de Neurología en el Hospital Obrero; formó parte de los fundadores del Country Club de Villa; y fue, sobre todo, un profesional apreciado por sus colegas y un padre ejemplar. Siempre encontraba el tiempo para almorzar todos los días en casa y compartir con su familia, a medio camino entre el trabajo en el hospital y su consultorio privado.
Gonzalo es el menor de cinco hijos y, por consecuencia, el más mimado. A los siete años, por ejemplo, accedieron a darle la bicimoto que uno de sus hermanos, cuando se mudó, había dejado en casa. Acerca de las rutinas que compartía con su padre, ya una persona mayor, conserva el recuerdo nítido de largas conversaciones, repletas de anécdotas y consejos de vida. También recuerda las Navidades en familia, que convocaban a más de treinta personas en casa, quienes siempre veían a Jorge Voto Bernales como un anfitrión generoso y amable. En 2008, cuando su padre falleció, Gonzalo no pudo estar en el entierro. Estaba lejos, cumpliendo con su obligación como único funcionario a cargo de la Embajada de Perú en Israel. Y esa fue una experiencia imborrable.
Dos
Jorge, su hermano mayor —que se llama como su papá—, fue el primer diplomático en la familia. Incluso fue viceministro de Relaciones Exteriores. Desde muy temprano, Gonzalo estuvo acostumbrado a vivir fuera del país y a instalarse en una ciudad desconocida. A los quince años, cuando el Perú estaba bajo el régimen de Velasco Alvarado, sus padres lo mandaron a Costa Rica a la casa de una de sus hermanas. Al año siguiente, lo trasladaron a Nueva Jersey, donde vivió con otro hermano. Pasó un año más y recién regresó a Lima para culminar la secundaria. Luego de terminar la carrera de Relaciones Internacionales, se reanudarían los viajes. En sus treinta años de carrera diplomática, cumplió funciones en Costa Rica, Portugal, Ecuador y en la ciudad de Atlanta. Además, fue embajador en Israel del 2006 al 2009 durante el momento más cruento de la guerra con Palestina (“la embajada quedaba a 80 kilómetros de la Franja de Gaza”). En años más recientes, se desempeñó como cónsul general en Caracas y en Bilbao.
Tres
Para Gonzalo Voto Bernales, los valores son siempre los mismos. Por eso, existen costumbres en común. «La gente que fundó el Club las compartía porque sentía afinidad con el resto de personas”, dice el diplomático, quien también fue designado como presidente del Comité de Ética y Buenas Costumbres del Club en el año 2014. En aquella época, redactó, junto a un grupo de representantes, el Código de Ética del Asociado, el mismo que fue actualizado y aprobado este año. “Es, sobre todo, un código orientador para los antiguos y nuevos socios, dividido en diez lineamientos que pueden ser aplicados en doce ámbitos del Club”. Como los valores que aprendió en casa.

Su única hija, Anahí, tiene 30 años y actualmente radica en España. Mantienen una relación cercana y se llaman con frecuencia. «Trato de ser un consejero para mi hija
Fotografía: Sanyin Wu
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