SILVANA FAJARDO DURAND

Un talento adolescente

Tiene catorce años y ha pasado la mitad de su vida jugando al tenis. Empezó a ganar torneos nacionales cuando tenía ocho. Desde el año pasado, participa en competencias internacionales y hace un mes, se coronó campeona en un circuito de Honduras. ¿Qué es el éxito para una deportista adolescente que no tiene TikTok?

La generación

Hace un mes, la revista The Economist publicaba un informe sobre la Gen Ζ. No es para menos: cerca de dos millones de personas que nacieron entre 1997 y 2012 están llegando a la adultez. Se ha hablado mucho acerca de esa generación para tratar de entender su manera de relacionarse, pero hay un factor en específico que funciona para esta historia: la búsqueda de satisfacción inmediata y los problemas para lidiar con la frustración. Como en toda muestra estadística, existe una excepción (o varias) a la regla. Silvana Fajardo es una de ellas.

Es una adolescente que ha pasado más de la mitad de su vida dedicada a un deporte: el tenis. Más pertinente sería decir que se ha dedicado a alcanzar su sueño: ser una deportista profesional. Pero, en tiempos de hiperestimulación a través de las pantallas, Silvana parece mantenerse incólume y tiene las cosas claras. Es una tenista que lleva una disciplina casi marcial para seguir sus entrenamientos y los estudios en el colegio, que no tiene TikTok y que considera el trabajo mental previo como una parte integral de su performance como deportista.

Voy a seguir probándome a mí misma y a los demás que estoy a la altura. No importa el tamaño, la edad ni la experiencia. Me demuestro todos los días que ese es mi nivel. No hay por qué dudar ante una derrota, un error o una lesión

Jugar y competir no son lo mismo

Durante los años de pandemia, con las canchas cerradas y la imposibilidad de desplazarse, ella siguió entrenando con una pared. Sí, una pared del estacionamiento de su edificio que le devolvía los saques y reveses con la misma intensidad con que ella golpeaba la pelota.

“Aunque no lo creas fue un buen ejercicio para automatizar las respuestas y me ayudó mucho a pulir mi derecha”, dice Silvana desde la ventana de Zoom que hemos habilitado para esta entrevista. Han pasado apenas dos semanas desde que regresó de competir en Honduras, donde obtuvo su primer gran triunfo internacional, pero debe ponerse al día con los estudios y reanudar los entrenamientos.   

En las paredes de su cuarto hay más medallas y trofeos que pósters de una banda de pop o de música urbana. Son como pequeños altares deportivos. Hay cierto orden que mantiene en su memoria:, cuando le preguntan cuáles han sido sus logros más desafiantes, ya sabe cuál escoger y qué mostrar. Por ejemplo, el primer campeonato que ganó.

Ocurrió en noviembre de 2017 en la ciudad de Arequipa. Ella lo llama su etapa inicial porque todavía jugaba con bola naranja (un poco más blanda que la regular), pero lo cierto es que la categoría semiprofesional exacta era Junior (menores de 18). Silvana tenía apenas ocho años y viajó con su madre, una psicóloga deportiva que también se llama Silvana. “Siempre es bonito ganar un torneo, ¿no?”.

Más adelante, la valla fue subiendo. 

Al año siguiente, viajó a California (Estados Unidos) para participar en el 2018 MCB Little Mo Internationals. Ya había viajado a los parques de Disney antes, pero ese torneo fue mucho más emocionante para ella. Era su primera incursión fuera de Perú y había quedado segunda en su categoría (ya era bola verde). Incluso la entrevistaron para un pequeño medio local.

Silvana no ha recordado las palabras exactas pero dijo algo sobre lo mucho que le había gustado esa experiencia de competir con gente de otros países y que sentía que era un paso más cerca de su sueño de niña: ser tenista profesional.

Hay momentos en que estás arriba, como también hay momentos en que fallas. Durante un partido, una pequeña discusión puede significar más de un punto en contra. Por eso pienso que todo control en la cancha es muy mental» 

Entrenadores y aprendizajes

A pesar de su precoz trayectoria, Silvana ya ha trabajado con cuatro entrenadores que han forjado parte de su identidad como tenista. Empezó con Hans Buse, con quien sacó la mayoría de sus golpes. Más adelante, con Eddy Blas, se enfocó en las dinámicas con la canasta para automatizar esos mismos golpes. Cuando le tocó entrenar con Miguel Maúrtua coincidió con el cambio de su empuñadura, así que buscó darle más consistencia en el juego, así como afinar la dirección de los saques.

Actualmente, su entrenador es Tito Poblete, quien fue el que terminó de compilar las lecciones previas. “Tenía los golpes listos, tenía el desplazamiento pero, en la cancha, jugaba muy desordenada. Tito me enseñó a usarlos todos de manera efectiva: jugar con una estrategia”.

El primer gran triunfo internacional

Cuando le tomamos las fotos para Refugio, Silvana y su mamá corrían de un lado para otro. Todavía tenían que ir al notario porque en 10 horas debían subirse a un avión rumbo a Honduras. Allá iba a participar en dos torneos internacionales con otras deportistas menores de 18 años. Se le notaba concentrada, con el rostro severo, los músculos rígidos, como un actriz horas antes de salir a escena para el estreno de su obra. Le deseamos suerte.

Una semana después, su mamá nos compartió fotos de su hija en el podio. Lo había conseguido: era el primer gran triunfo internacional de Silvana. Además escaló 620 posiciones en el ranking mundial. Si bien arrancó con las competencias internacionales en el 2023 y ya acumulaba cuatro citas en el extranjero, esa era especial. Solo dos meses antes se había quedado fuera en la primera ronda del Inka Bowl 2024. 

Es cierto, había perdido (6-4; 7-6) ante la número 200 del mundo, pero lo tomó como una revancha personal. “Mi motivación me impulsa a seguir disfrutando el camino gigante que tengo delante mío, las experiencias, los entrenamientos y también para aprender de las derrotas. Convivir con ellas es muy importante”, dice la tenista Silvana Fajardo, con toda la convicción que le permiten sus catorce años. 

× Hola