ALESSANDRO DE SOUΖA
Un tirador con la mira puesta en el próximo desafío
Todo empezó como un pasatiempo adolescente, como una excusa para acompañar a su abuelo durante sus jornadas de caza. Pero Alessandro de Souza se lo tomó en serio y apuntó todo su talento para dar en el blanco. Participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y acaba de imponer un nuevo récord nacional. Para el joven deportista, todo es mental.
Un consejo antes de disparar. “Respirar con el diafragma, evitar alzar el pecho y levantar el estómago: eso hace que las palpitaciones del corazón bajen”, explica Alessandro de Souza Ferreira, sereno, mientras sostiene su escopeta calibre 12. Es una tarde de invierno y estamos en un campo de tiro en Surco. “Antes de disparar tienes que intentar salir de acá, tienes que estar en una burbuja. Así no sientes esa presión”. Cuando parece que ya nada de este mundo puede distraerlo, guarda silencio, ajusta la mirada y pide que lancen un plato.
A unos quince metros de distancia, una máquina reacciona al pedido y despide una circunferencia de arcilla, de apenas once centímetros, a 100 kilómetros por hora. De Souza dispone entre 1,6 y 1,8 milésimas de segundo para apretar el gatillo.
En ese micromomento, la escopeta detona un cartucho con trescientos perdigones y un proyectil atraviesa la fugaz nube de humo que se ha formado por el estallido. A lo lejos, el plato colisiona y se hace añicos.
Ha sido tres veces campeón nacional, medalla de oro del Campeonato de las Américas 2018 y el único peruano que ha competido dos veces en la prestigiosa President’s Cup, evento que reúne a los mejores tiradores del mundo.
Este es un deporte mental», dice el tirador peruano a sus 32 años.
Ha pasado más de la mitad de su vida practicando esta disciplina. En la fosa olímpica, los deportistas deben dispararle a un blanco móvil. Una mínima distracción puede hacer que desciendan veinte posiciones en el ranking. De Souza ha sido tres veces campeón nacional, medalla de oro del Campeonato de las Américas 2018 y el único peruano que ha competido dos veces en la prestigiosa President’s Cup, evento que reúne a los mejores tiradores del mundo.
EL INICIO Y LA DISTANCIA
El abuelo de Alessandro de Souza, Ernesto Berisso, llegó de Italia al Perú en 1952. Tenía quince años, pero ya era un aficionado a la caza. Cuando Alessandro cumplió doce años comenzó a acompañarlo durante los fines de semana como su asistente de caza en Chincha. Apenas después de un año, y ante la insistencia de su nieto, Berisso accedió a llevarlo a su primer polígono de tiro. “Quería sentirme grande y acompañarlo a cazar”, recuerda De Souza. En una de esas visitas, su abuelo le contó sobre el deporte de tiro al plato y despertó una pasión adolescente. Entonces sus entrenamientos en el polígono se hicieron más frecuentes.
En una de esas jornadas, Alessandro de Souza conoció a su primer maestro, Bruno Sarti. Bajo su tutela, aquel pasatiempo se convirtió en una disciplina diaria, después de las clases en el colegio. A los catorce, dos años después de esas primeras jornadas en Chincha, consiguió una hazaña: rompió 112 de 125 platos durante un entrenamiento. Era el requisito mínimo exigido por los Juegos Olímpicos para tentar un cupo en la competición. Su entrenador le dijo: “Hay gente que se demora una vida y no llega a esa marca”. En ese momento, De Souza supo que quería competir.
Siete meses después, en su primera participación internacional durante la Copa Continental en Chile, quedó segundo lugar en la categoría Open. Luego vendría una seguidilla de competencias en el extranjero, hasta que, dos años más tarde, clasificó a su primer Sudamericano en Río y obtuvo el quinto lugar. Al año siguiente participó en los Juegos Bolivarianos 2009 y subió al podio para recibir la medalla de plata.
La meditación y los ejercicios de respiración se volvieron parte integral de su entrenamiento»
Hace seis años, conoció a Pedro Martín Fariza, un profesional español con quince títulos nacionales, considerado el mejor tirador de fosa olímpica de España. Fariza se convirtió en su entrenador personal. “Él me da las herramientas psicológicas para afrontar la competencia y fue un cambio rotundo en mi carrera”, dice de Souza. Ese mismo año, viajó a la Copa Mundial de Tiro Olímpico en Acapulco, donde quedó sexto, y participó por primera vez en la President’s Cup que tuvo lugar en la India. “Lo celebré con mi familia porque son los que más lo sienten. No solo ven cuando ganas, sino también los momentos en que las cosas no van tan bien”.
Desde los catorce años, Alessandro de Souza sueña con una medalla de los Juegos Olímpicos. Él dice que sus mejores años están por venir. La edad óptima de un campeón de tiro oscila entre los 30 y 40 años. Ahora tiene la mira puesta en su próximo desafío. «Sí, siempre fue un deporte mental».