“¿Por qué las Tablas de la Ley fueron de piedra?”, escuchamos interrumpir nuestra ya prolongada tertulia Q., F. y yo. Los tres miramos al mismo tiempo al lugar de donde provenía la pregunta, y grande fue nuestra sorpresa no tanto por esta no proceder de algún capítulo de “X-Files”, como por ser la primera vez que S. llegaba a nuestra mesa sin su ya célebre cantaleta del acompañamiento-a-una-flaca-a-su-casa mientras aflautados trinos de pajaritos de colores enmarcaban su repentino enamoramiento. Esta sería una noche de misterios sin resolver, qué duda cabía. De eso me di cuenta al digerir la aparentemente tonta pregunta de mi amigo. Y digo “aparentemente”, ya que si uno lo analizaba bien la interrogante no era en modo alguno tonta, sino francamente… estúpida.
“Hum… me parece que eso de ´tabla´ es la acepción que implica ´listado´ y no ´madera´… tabla es un decir”, señaló F. sabia y oportunamente. “Claro pues, es un decir… algo así como decir ´tu hermana es una tabla´… con todo respeto”, agregó nuestro antiministro de relaciones exteriores Q. mientras empapaba la garganta con su quinto trago utópico de la noche. “¡Luchopp otro cuba libre… con ron importado, como siempre!”, gritó con voz enredada Q. “¡Luchopp… una chela para este taba!”, agregué al toque nomás señalando a mi buen amigo S., para no hacer ir y venir dos veces a nuestro conocido barman del lubar. “Se me acabó el chopp… le voy a a servir de botella”, respondió Luchopp. “Pero sin tapa, ah”, contestó enseguida el taba de S. queriendo “destaparse” de pronto como humorista. Mas el tiro como que le salió por la culata cuando Luchopp le “tapó” la boca… al destaparle la botella en la mitra por chistoso. “En todo caso, salieron ´tablas´”, reflexionó F. en voz alta compartiendo con nosotros su profunda deducción producida por el duelo de “cráneos” entre S. y Luchopp. “Suave que si sigues así el trago se te sube a la cabeza, S.”, advirtió riéndose a carcajadas Q., secando ahí nomás a la velocidad de la luz su, casi, recién llegado cuba libre importado. Pero esa porción líquida lo liquidó, y bastó un sorbo para que nuestro amigo, en una suerte de círculo borgiano, regresara al inicio de la (estúpida) pregunta de S. y empezara, imagino por su cantaleta, a ver tablistas por todos lados. “¡En el bar la vida es más sabrosa…!”, decía saludando a cuanto noctámbulo-sonámbulo ingresaba a nuestro sagrado recinto. “¡Esto es vida… aquí estamos en medio del bar… donde todos los broders somos full ´holas´… uuuuuuhh… Hola… hola…!”. Increíble. El cuba libre importado importaba poco a la trancaza en la que estaba Q. De pronto el curtido tomador se había convertido en todo un Julio Ramón Ribeyro del surf, y en nuestras propias narices escribía “tomos y tomas” de su propio “La palabra del tubo”. “Sí pues, y tu ´marea´ está alta”, le asestó S. con el consiguiente ademán de “tufo” a modo de insípido bis equivalente a un que-chistoso-que estoy esta noche-no? Pero lo peor no vino del “Este bar sí que está picado, ah”, que a modo de plus nos obsequió el aprendiz de Chato “Trafaza”, S., según él, con su ingenioso humor que me hizo recordar, qué raro, al John Locke de la tábula rasa de la clase de filoSofía (curso metaFísico llamado así por ciertos angurrientos mientras babeaban por el “filo” que le tenían a la profe, una italiana buenaza de nombre Sofía). No. Lo verdaderamente desastroso llegó cuando Q. se subió a la barra para darnos una clase magistral de surfeo nocturno. Ni bien subió, Q. se tumbó la tablet de una flaca que se tomaba la foto número 6,578 para colgar en su Facebook, cayendo él ahí nomás sobre el brazo de S. ¿Consecuencias? La flaca sin tablet. S. entablillado. Y nuestro “extimado” amigo “haciendo la tabla de multiplicar” para encontrar la manera de pagar todo. A ver Luchopp… franquéate: ¿Cuba libre… importado? ¿Surf o no surf? That´s the question. Como debe surf.