A partir de ese momento, precisamente horas previas a la Noche de Brujas, se armó todo un lamentable circo. Tras las tachas del Comité a Burga y Lozano, el propio Burga desacreditó al Comité electoral de Noriega –que él mismo escogió– y anuló las elecciones. Dejó fuera de carrera a Ames, quien era el único habilitado y alargó el suplicio dirigencial en el fútbol peruano. Lozano, el otro candidato en carrera, también había sido tachado y señaló que “él fue el principal perjudicado”, mientras que Ames se la pasó gritando a viva voz en la Videna pidiendo justicia.
La noche del 29 de octubre parecía que el destino del fútbol peruano tomaría nuevos rumbos. La noticia de la tacha a Manuel Burga para postular –nuevamente– al sillón de la Federación Peruana de Fútbol se volvió, en ese momento, la noticia del año. Las redes sociales colapsaron con la información y cada hincha, emocionado, no dejaba de emitir su opinión al respecto, precisamente, horas previas a la Noche de Brujas.
Todo indicaba que luego de largos años de sequía de resultados favorables a nuestro país –salvo honrosas excepciones, como lo hecho por los “jotitas”–, se podía dar el verdadero cambio del fútbol peruano. Pero más que cambio, el hincha mostraba su alegría por la no continuidad de Manuel Burga como presidente.
Lamentablemente, quedó en evidencia que lo que se vive en la Federación Peruana de Fútbol (FPF) es una total dictadura, donde Manuel Burga hace y deshace a su antojo de la mano de las Ligas distritales que son su principal respaldo.
A partir de ese momento se armó todo un lamentable circo. Tras las tachas del Comité a Burga y Lozano, el propio Burga desacreditó al Comité electoral de Noriega –que él mismo escogió– y anuló las elecciones. Dejó fuera de carrera a Ames, quien era el único habilitado y alargó el suplicio dirigencial en el fútbol peruano. Lozano, el otro candidato en carrera, también había sido tachado y señaló que “él fue el principal perjudicado”, mientras que Ames se la pasó gritando a viva voz en la Videna pidiendo justicia.