Crónicas Barcianas

Episodio VII

Por: Rey Bar–Burí

Más vale malo conocido que Huevo por conocer


“¿Alguna vez han tratado de tomar un chilcano que no sabe, ni huele, ni se ve como chilcano?”, lanzó Q. a boca de jarra, la de nuestra mesa, mientras se sentaba e interrumpía quechuchísticamente la discusión metafísica que F. y yo sosteníamos desde hacía varios chopps. Metafísica de kant-ina pura: el aserrín del piso del lubar corroboraba la tesis (y de paso, o mejor, “de piso”, se portaba con la antítesis). Bueno, aunque justo es decir que la metafísica corría por cuenta del aserrín de regar, digo de rigor… pero también del “insignificante” hecho de que tanto F. como yo estábamos impactados por la única alumna de nuestra clase de física, y cada uno alucinaba 69 estrategias por minuto para meterla en el cuarto a como dé lugar. Así era nuestra conversación, pues. Metafísica pura. Mas de hachazo quedó claro que nuestra profunda duda “excitencial”, para Q. era una reverenda nimiedad: ¡No le interesaba ni mie…!. “¡Un cuba libre…!”, gritó el acabado de llegar con la misma garganta con la que se preparaba a contarnos su historia de turno. “¡Luchopp un chopp…!”, pedimos en coro F. y yo luego de “sedcarnos” lo poco que quedaba de nuestros vasos a la velocidad de la Luz (Luz, la obesa y mítica chelera  que ostentaba en el lubar el récord de consumo de botellas de cerveza). “¿Qué hicieron por el Día de San Valentín?”, preguntó Q. a modo de introducción. “En San Valentín yo no celebrín porque estaba sin”, respondió el aprendiz de Polo Campos, F., mientras hacía con los dedos pulgar, índice y mayor de su mano derecha la respectiva frotación de yemas, típico ademán de “ficha” por estos bares. “Pero imagino que ahora sí tienes… o sino te quedas sin”, amenazó Luchopp haciendo a su vez el ademán de tijera, mientras dejaba apurado en la mesa  nuestro pedido líquido y se alejaba carcajéandose por las manos de F. cubriéndose su regazo luego de oírlo. “Bueno, bueno… ahora que se fue Luchopp ya puedo hablar: hace poco conocí a una flaquita… pero por quedar bien con ella, el 14 de febrero… le fui infiel a Luchopp”, dijo Q. en voz bajísima. “Mmmm… si estás considerando divorciarte de Luchopp, ustedes dos antes deberían intentar seguir un proceso de conciliación”, comenté secamente (claro pues: aún no había dado ni un sorbo de la nueva ronda). “Claro… a no ser que ya no lo ames, Q.”, agregó secundándome F. “Fuera cabros de m… el ladrón piensa que todos son de su condición… Dije que le fui infiel a Luchopp porque no traje a la flaca acá: el Día de San Valentín la llevé a otro sitio a celebrar… un sitio que me habían recomendado”, defendió su honra Q. Y luego de un largo sorbo retomó lo que hacía; o sea, volvió a tomar. Así era Q., insaciable con ese trago utópico llamado cuba libre. “¡Aaah… esto sí es trago… no como lo que me dieron en el D07… guajj…!”. “´¿D07´… te fuiste a chupar a un salón de tu facultad?”, preguntó mínimamente intrigado F. (hacía tiempo que habíamos dejado de asociar la palabra “sorpresa” con ese personaje llamado Q.). “Nada que ver… ¿Crees que soy loco para tomar en el salón? Esos salones son un horno… ¡La oficina del decano ya es otra cosa pues… con aire acondicionado y sillones de cuero en la Sala d espera… Fresh…!”. “Entonces… ¿Qué es D07?”, repreguntó F. “Así le puse al sitio al que llevé a la flaca que les cuento en San Valentín: se llama La Devoción 7… me lo recomendaron como lo máximo pero es tan malo que si la nota mínima aprobatoria es 10.5 esos con las justas llegan al 07…”. “¿´La Devoción´?... por lo menos el nombre está locazo, ah”, aporté  a la conversación. “ Chess… si el nombre te parece locazo tienes que conocer al dueño… ‘Huevo” le dicen todos ahí… y franco que el dichoso nombrecito “Huevo” está como para aplicarle el superlativo en one… atorrantazo el patín…”, respondió Q.. “Ja… esa chapa con superlativo y todo más bien está bien para ti pues lornaza… ¿Para qué te fuiste ahí si es tan hasta las haches?”, soltó “en prima” nomás el “diplomático” F. “¿Puedo  mencionar algo?”, dije ante la cara sonrojada de Q., quien en el acto asintió con su cabeza autorizándome. “Algo”, mencioné, y volví a concentrarme en mi espumoso vaso. “¿No te estoy diciendo que me recomendaron La Devoción 7?... ¡Qué sí que ´el local es chévere´… que ´la música es bravaza´ no como esa música pacharaca de todos los locales… que ´el ambiente es mostro´… Yo dije ´qué bacán entonces llevó a la flaquita ahí y quedo como rey con ella´ ”, se defendió Q. “Y en vez de rey quedaste como gay… ¡Nada le hiciste seguro…!”, contratacó F. “No seas malhablado. Conozco hace tiempazo a Q. ¿Cómo que no le hizo nada a la flaca?. Mínimo este le sacó la billetera de la cartera”, defendí a mi broder.  “¡Luchopp… otro cuba libre…”, ordenó gritando Q. “¡Ca… ya pues… sigue contando… no te interrumpas!”, apuró F. dándole un manotazo a Q. “Llegamos al lugar recomendado… el sitio estaba en Algodón…”, prosiguió Q. “Ah, entonces por lo menos era bacán”, comenté. “No… así se llamaba la calle… Algodón cuadra 6, nunca me voy a olvidar… ´666´ fue una de las quinientas cosas que le grité a ese ´Huevo´ sin ´n´ cuando más tarde empezó el rochezaso”, aclaró Q. ¡Plump!. “¡No te adelantes ´pe… cuenta en orden.... no te la quieras dar de Tarantino, “taradino”…!”, lo manoteó nuevamente F. “Cuando con la flaca entramos a la D07 vimos al fondo una especie de salita a desnivel, medio subterránea y nos metimos ahí y nos sentamos en la única mesa que había en ese ambiente. Le pedí la carta a la mesera y me decidí por una jarra de chilcano, como para empilar a la flaquita… dicho sea de paso la jarra de chilcano se tenía que pagar por adelantado… pero eso no era lo peor, sino que nunca imaginé que era un chilcano… ¡Pero de pescado!”, confesó asqueado Q. “¿Chilcano de pescado… o´e tontonazo … te metiste a un bar o al mar?”, dijo F. manotazo de por medio. ¡Plump!. “¡No pues huevas… lo digo porque estaba tan asqueroso que parecía eso…!”, dijo Q. devolviéndole el manazo a “Manongo” F. “Imagino que hiciste ´volar´ el pescado, ¿no?”, tercié secamente (sí, nuevamente mi jarra padecía sequía). “¡Luchopp un chopp…!”. “Eso es lo peor: para no quedar mal con la flaca, intentando mejorar el brebaje solo me limité a decirle a la mesera que el chilcano estaba raro y si me podía llevar un ginger ale. Pero la chica me miró con cara de ´kechu´…”, dijo Q. “´Cara de kechu´… ah roja de vergüenza”, interrumpió F. “No pues… cara de ´kechu… estarás hablando…´”, aclaró Q. y prosiguió con su periplo San ValentiniANO. “Como la mesera no reaccionaba, le pedí una Sprite y felizmente que eso sí conocía y se fue al toque. Pero al toque también llegó el tal ´Huevo´ con cara de asado. ´¿Algún problema señor?´, me preguntó. “¿Ah? ¿Problema?”, le dije. ´Este local tiene 11 años… ¡Son 11 años…! ¿Si la gente viene hace 11 años por qué es… por qué los tragos son malos? ¡11 años!´, repetía como en trance el ´Huevo´ sin ´n´. ´11 años´. Pucha. El Lurigancho tiene 50, le respondí. ´¡Además en esta zona VIP cada uno tendría que pagar 10 soles y yo no les estoy cobrando eso!´, vociferó. ¿Pero dónde está el letrero que dice que hay que pagar por estar en este espacio, respondí. ´¡Y la música… 11 años poniendo la mejor música… no cómo esa música basura que ponen en las discotecas!´, repetía ignorando olímpicamente mi pregunta. Riiish… riiish. De pronto, apareció una anciana apoyada en un chirriante andador con una mujer a su costado… franco que a mí me pareció que la viejita se presentaba hasta con botella de suero, vía intravenosa y todo… y que llegaba directo y sin escalas de alguna Sala de Emergencia de Posta médica en ruinas… ´¡Desalojen mi local… desalojen mi local…!´, repetía frenéticamente la ´Juanita de Ampato´ en cuestión… ¿Su local… local viene de ´loco´, no tía?, le contesté. ´¡Malcriado…. Este joven es un malcriado…!´, me gritaba la ´Sarah Helen´ del lugar. Eso ya fue demasiado y la flaquita que yo había llevado salió corriendo mientras lloraba sin parar… o sea, sin parar de llorar, porque lo que es parar, detenerse, nica: la flaca se mandó un carrerón tipo los de Ollanta en gira. Y por salir rápido tras ella tropecé  levemente con la anciana pero eso bastó para que la ´María Reiche con más arrugas´ tambaleara con su andador incluido. ´¡11 años… 11 años y nadie había  empujado nunca a mi mamá… 11 años… 11 años…!´, me gritaba por las haches el tal ´Huevo´ porque yo ya me encontraba fuera de La Devoción 7… y la flaca ya se estaba subiendo a una camioneta de Serenazgo que pasaba por ahí y al verla llorando la auxilió”, terminó, por fin, su historia el nada melodramático Q. “Salud por eso”, le dijo F. a nuestro amigo. “¿Eso es lo único que vas a decir… es que no sale nada más de tu boca por mi tremenda aventura…?!!”, reclamó Q. “Claro que sí”, dijo F. y se mandó un chanchazo. “¡Asqueroso de m…!”, gritó Q. “Para la próxima no quieras puentear a Luchopp pues Q., trae  tus flacas acá y evítate problemas. ¿Ya ves?. Moraleja: Más vale malo conocido que ´Huevo´ por conocer”, concluí. “¡Luchopp un chopp…!“, pedí al instante en voz alta. Eso bastó para que Q. empinchado abandonara el  lubar. Riiish… riiish. Y podría jurar que la oscura sombra de un andador avanzó tambaleante en su dirección.