Los Jacobs

4G en CCV



Vinculada al club desde 1964, la dinastía Jacobs es de las más antiguas y representativas del CCV. “Desde que ingresamos hicimos un grupo muy bonito, todos eran los señores que jugaban frontón. Éramos un grupo bien grande”, empieza doña Rosa el relato de su historia. A punta de detalles que desbordan hoy lo anecdótico, este naciente grupo fue echando raíces en el club. En su club. “Tuvimos el primer toldo que se hizo aquí en la playa. El toldo verde. Fue un toldo verde grande que usábamos un montón de parejas. Estaba Rufo Barreda con su señora, Alberto del Solar con su esposa, Oscar Elejalde con su mujer, todos ellos eran deportistas”.
1964. Casi medio siglo pasó ya desde el origen de su tradición. Una tradición que los esposos Jacobs mantuvieron siempre viva, prolongándola a través de nuevos miembros que hoy abarcan 4 generaciones. “Mi marido conmigo que somos la primera, luego siguieron mis hijos que son 5, los 5 son casados, después tengo 12 nietos, y 4 bisnietos”.
50 años. Toda una vida. Pero, ¿Cómo empezó todo? ¿Por qué el CCV y no otro fue el elegido? “El doctor Lavalle era amigo de nosotros, y mi primo, que era mi hermano se puede decir, él fue el primer secretario del club, Héctor Martínez, él fue el que le dijo a mi marido ´Hazte socio del club´. Vinimos, vimos el club y ahí mismo se hizo socio, porque nosotros íbamos antes a Ancón pero después dejamos de ir a Ancón y ya nos vinimos acá”.
50 años. Toda una vida ¿Y qué les da el CCV que no les da otro club? “El trato, la amistad. Yo vengo como que fuera mi casa. Y mis hijos también, todos en realidad. Inclusive toditos los mozos me conocen, me saludan y todo”, afirma complacida doña Rosa, delatando así, sin disimulada emoción de por medio, cómo considera al CCV. Cómo lo siente. “Siempre ha sido así, siempre ha sido un club muy especial, social”, confiesa ensimismada con su confesión. ¿Y qué hay de los deportes, doña Rosa? Obviamente, este aspecto central en el CCV no podía quedar excluido de las remembranzas de esta jovial Asociada Vitalicia. “¿Qué si practiqué algún deporte? Traté…. ja ja… “traté” de jugar golf… pero la verdad la vista me fastidiaba… y el profesor me dijo un día: ´¡Señora qué buen swing tiene!´, ´Huy… si viera cómo lo bailo´… Ja ja… es que yo no sabía nada de eso”, confiesa todavía divertida con su ocurrencia. “Y después lo que hacía, eso sí, las clases de baile. Eso sí no me perdía, con la Pocha que enseñaba”.
¿Y qué hay de las fiestas? Sobre la vida social en su club, doña Rosa tiene las cosas muy claras. “A mí me gustan todas las fiestas, y a mí me encanta la música, entonces para mí todas las fiestas en el club eran buenísimas. Lo que sí no habían eran fiestas criollas pero ahora último ha habido una. Estuve en el Día de la Canción criolla con Avilés… la única vieja… ja ja… estuve bailando con mi hijo un poco. Muy bonito. Me gusta ir a las peñas. Me gusta todo tipo de música, lo que no me gusta son las músicas modernas… eso de ´toc toc toc´ de los chicos, ay qué feo… atroz”, enfatiza este carismático personaje revelando su admiración por todo tipo de experimentos musicales (claro, siempre y cuando no salgan de las consolas de los Tiestos, Guetta, Van Buuren, Oakenfold y demás). Cae la tarde en Villa. A través de uno de los ventanales del club sorprendo al horizonte devorándose una inmensa naranja. Alentado por la cercanía generada por la extrovertida personalidad de mi interlocutora, de pronto me animo a transitar por zonas más profundas. Y ataco. En “prima” nomás ¿Qué es el Country Club de Villa para usted, doña Rosa? “Mi casa”, afirma tajante y sin rodeos. “Yo me siento aquí en mi casa. Mire usted, yo no camino sola, sin embargo yo acá voy y vengo a cada rato, y por todos lados camino. La atención es de lo mejor, sobre todo los mozos, son tan simpáticos. Por ejemplo acá está Eddie, en la terraza está Carlos…”, interrumpe súbitamente su vertiginoso relato para abrazar maternalmente a un joven asociado quien al distinguirla se acerca casi corriendo a saludarla. No hay duda. Esta es su casa. Así es doña Rosa, matriarca de los Jacobs. Cuatro generaciones en el CCV. 4G en CCV.