Los Arraya y el CCV

Arraya(ndo) en tenis


“Yo me vine acá por un mes, como de vacaciones. Y me trataron tan bien en todo sentido que regresé con mi familia; y nos fuimos quedando.
Y por ultimo ya nos quedamos”.

Una de las familias más representativas del CCV llegó de Argentina, hace muchos años ya. Sus cuatro miembros originales cambiaron un día su vida, y empezaron una nueva acá. En el Perú. En Villa. ¿Cuándo fue el arribo de los Arraya? Arriba en su mente, los precisos recuerdos de su patriarca fijan la fecha de su llegada al Perú, en el ´72. “En el año ´70 vine a jugar un campeonato Sudamericano de tenis, en una final que hubo… mmm… más que Sudamericano era Americano porque nosotros después jugamos la final con Estados Unidos. Al terminar el campeonato, me pidieron, me insistieron, que venga aquí”, nos cuenta. Y, meticulosamente, tal y como enseñaba a sus alumnos, estudió la propuesta durante dos años. “Al Perú vine con mis hijos Pablo, de 9, y Laura, de 7 años, y con mi señora quien también ha sido campeona en Argentina y hasta estuvo varios años invicta. Primero tuve contrato con la Federación de Tenis. Después tuve contrato con Villa, y luego con otro club, o sea tenía tres contratos para enseñar”. Así nacía la tradición Arraya de la enseñanza del tenis en el Perú. Teniendo un vínculo con la Federación, el contacto con nuestro club cayó por su propio peso. “Yo me inicié en el club porque el presidente de la Federación Peruana de Tenis era el sr. Oscar Elejalde, quien también era presidente del Country Club de Villa. Entonces, él me insistió, me dijo: ´Ven acá y quédate…´. Pero no fue tan fácil. Es un problema que tenemos todos los extranjeros, que los primeros 5 o 6 meses uno piensa en volver. Te lo digo porque yo conversé con muchos y tuvieron el mismo problema, y es porque uno todavía no se ambienta, los amigos no están y se tiene que hacer nuevos amigos. Y en este aspecto es donde nos ayudó mucho el club”, reflexiona en voz más baja, casi para sí, este hoy Socio Vitalicio. Y es así que para este padre, esposo y, claro, tenista argentino, el CCV “se vio bien”. “Algo bueno que recuerdo es que me recibieron con los brazos abiertos y enseguida me ambienté e hice amigos, tan es así que daba clases y jugaba paleta con Oscar Elejalde y un grupo con quienes nos divertíamos jugando al frontón. Tuvimos una bonita amistad, terminábamos de jugar y nos íbamos a almorzar. Lo mismo pasaba con mi esposa, y sobre todo con mis hijos, quienes también empezaron a jugar tenis en Villa, y bueno, hasta ahora lo siguen haciendo”, menciona con satisfacción este deportista que jugó 5 años en la selección argentina de rugby, y practicó salto de garrocha. “Y también vine a Lima a participar en salto de garrocha”, completa entusiasmado su itinerario competitivo.

Los años pasaron. El vínculo con el club se mantuvo. Sus hijos crecieron y se hicieron socios. Hoy, además, sus nietos, los hijos de Laura, son Socios familiares. ¿Qué encontró la familia Arraya en el club de Villa? “Siempre me gustó el ambiente de Villa. Cuando vinimos acá el ambiente era extraordinario, muy social. Antes se hacían muchos eventos, hubo hasta óperas, venían pianistas de renombre. Es que la señora de Oscar Elejalde era muy activa y participaba organizando eventos, inclusive había mucho ambiente nocturno, y eso que en esa época se consideraba que el club estaba muy alejado pero ahora eso ha cambiado, ya no se ve como que queda en un lugar lejano. Por otro lado, las comodidades han mejorado muchísimo. Cuando yo vine habían solo 4 canchas de tenis y poco a poco se fue agrandando. Esas cosas a uno lo entusiasman más”, agrega orgulloso de su club. Para luego de una pausa agregar nostálgico: “Pero igual es bonito recordar cuando participamos en los interclubes con mis hijos y mi señora también. Y obviamente Laura además jugó a nivel representativo de clubes”.
No sorprende, para nada, que una persona tan deportista necesite nuevos retos. ¿De quién estaremos hablando? “Ahora juego golf pero toda mi vida he sido tenista. Estaba entre los mejores del ranking argentino. Toda mi familia es cordobesa, y yo he estado en el ranking de Córdoba en el primero, segundo o tercer puesto. El golf lo practico hace 15 años más menos. Cuando aprendí a jugar golf seguía jugando tenis, pero me fui pasando poquito a poquito al golf”, detalla el sr. Arraya. ¿Y qué hay de su otra pasión, la enseñanza? “Ahora en mi academia más que practicar tenis, enseño o ayudo porque Laura es la encargada. En algunos casos que me llama Laura, o cuando hay algún chico con ciertas condiciones lo ayudo”.

Y para completar la última (Ar)raya de estos renglones sonoros: ¿Qué es el CCV para usted y su familia? ¿Qué significa Villa en su vida? “El club es un punto especial, es una parte de mi y de mi familia. Venimos acá sábados, domingos. Venimos acá y almorzamos. Ya todo lo hacemos acá, o sea le sacamos el jugo al hecho de ser socios de Villa (Risas).

Punto a punto, la familia Arraya se ha ganado un lugar en el tenis peruano. Pero, game a game, haSet tiempo su legado ocupa un lugar especial en cada rincón de nuestro club. De su querido CCV.