¿La esperanza es verde?
No muchas iniciales expresan tan poco, pero tanto a la vez. VRAE. Designios de un caprichoso nombre que pocos descifran, y varios temen. Más de lo justo (quizás).
Sobre una superficie de 12,000 km2, conformado por tres departamentos, Ayacucho, Cusco y Junín, el Valle de los Rios Apurímac y Ene, VRAE, subyuga la Selva Alta. Zona bendecida con aún indeterminada diversidad ecológica, geográfica, social y cultural, centenariamente adaptadas a su variado rango de altitudes que van desde los 540 hasta los 3,000 msnm. Flora. Fauna. Seres humanos. Deudores todos del rio Apurímac, milenario “Cápac Mayo”; omnipresente “Dios que habla”.
El desarrollo del valle lo fue transformando por etapas. Desde las décadas de 1950 y 1960, con mayor actividad producto de la extracción del cube o barbasco, los períodos de 1960 y 1970, correspondientes al cultivo del café, la década entre 1970 y 1980, referida al cultivo del cacao, y, a partir de 1985, su indiscutible historia dominada por el cultivo de la coca, etapa más que verde, gris, y a la cual la zona debe su oscura fama.
Pero también hay otro VRAE. Este es. El VRAE que conozco.