Ayacucho, la “Ciudad de las Iglesias”. 37 iglesias católicas latiendo desde su interior. Ayacucho, religión perpetua que fervorosa habita el alma de cada uno de sus hijos. Ayacucho, pueblo crucificado, muerto y sepultado. Y un día resucitó. Ayacucho.
Waman qaqa. Voz quechua con la cual a la llegada de los españoles se conocía a la actual ciudad de Ayacucho. Cuentan ancestrales voces que el Inca Viracocha alguna vez descansó en este lugar y dio de comer de su mano a un halcón que se posó en sus hombros, y al hacerlo exclamó: "Waman ka", que significa "toma, halcón". Así apareció la palabra “Huamanga”.
Solbrillas
Pero la guerra, como siempre, alteró el destino, y mediante decreto del Libertador
Simón Bolívar del
15 de febrero de
1825, la denominación original de
Huamanga fue cambiada por la de
Ayacucho, como homenaje a la victoria del Ejército patriota en la
Batalla de Ayacucho. El vocablo
Ayacucho deriva del vocablo
quechua «
aya» (alma) y «
k'uchu» (morada-rincón). (¿O es que era ese su destino?) La palabra “Ayacucho” etimológicamente quiere decir «
Morada del Alma», derivada de los restos humanos encontrados en ese lugar, como consecuencia de las batallas sostenidas por sus primeros habitantes con los invasores del
Imperio inca en expansión.
Ayacucho. Ciudad inevitable. El
9 de diciembre de
1824 con la
Batalla de Ayacucho se consolidó la Independencia del
Perú y
América. Más tarde, 1879, en la guerra con
Chile los recursos con que contaba Huamanga permitieron al Mariscal
Andrés Avelino Cáceres iniciar sus campañas contra el ejército invasor.
“¡Arcomer…!”. (Entrada al mercado) Arco del Triunfo
Hasta que en la década de 1980 y comienzos de
los 90´s, la región fue apresada por la violencia terrorista de Sendero Luminoso. La ciudad se desangró; y perdió la vida. Mas, en
1994, levantóse de su mortaja; y volvió a ser otra vez uno de los lugares más hermosos del Perú.
Ayacucho resucitó. Y habitó entre nosotros. Así sea.